Yo había venido a hablar de Comiviajeros
28 marzo, 2019
Hace muy poco una amiga, que acaba de volver de su aventura de Dublín y a la que hacia varios meses que no veía, me preguntó qué tal me iba el Master. Casi sin pensarlo, le contesté: empezarlo ha sido la mejor decisión que he tomado en toda mi vida. Quizá hasta ese momento no había sido realmente consciente de todo lo que ha supuesto para mí.
Pero no fue hasta unos días después, hablando con mi gran compañera y amiga Susana (a la que mando un abrazo enorme desde aquí), cuando me di cuenta de lo que ha significado para mí en un sentido más estricto y completo. Me explico. Ya no es solo una cuestión de conocimientos, que también. El Master, y no porque sea de Community Manager, me ha hecho ser consciente de muchas cosas que sabía que estaban ahí pero que nadie me había bajado a la tierra, que todavía no había tocado. El Master me ha dado objetivos. Me ha dado metas. Me ha dado aspiraciones bastante más tangibles que las que podía tener antes.
En definitiva, el Master me está enseñando más de la vida que de cualquier otra cosa. Y aunque pueda parecer mentira, me alegro. Porque antes que Community Manager, somos personas. Creo que esto es algo que estoy segura que todos mis compañeros compartirán conmigo, porque se respira en el ambiente. Vamos a clase todos los viernes por la tarde y nos levantamos casi más pronto los sábados que el resto de la semana, pero nunca nos falta la sonrisa, porque no nos importa. Porque realmente merece la pena.
Y para todo esto hay un culpable. Un señor que utiliza, por demasiado comunes, sus apellidos abreviados. Las mejores lecciones que he aprendido en la vida las he aprendido de gente muy grande, y él lo es. Da igual que un día se cabree estamos más pendientes de los ordenadores o da igual que se enfade con nosotros porque no tenemos tiempo para terminar las prácticas. Da igual porque es grande.
Por todo esto, hoy voy a tirar a la papelera a toda esa gente que no vive con pasión su trabajo y que no es capaz de transmitir esa pasión a los demás. Por suerte, todavía queda gente en el mundo capaz de conseguir que los más escépticos nos ilusionemos con soñar (y con molar 😉 )
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