Este post no es un post técnico. No pretendo enseñarle a nadie a comprimir información para conseguir decir cuantas más cosas mejor en un tuit (que cuenta, como todos sabemos, con un máximo de 140 caracteres, en los que por supuesto están incluidos los espacios y los signos de puntuación, exclamación e interrogación).

Desde que conocí las infinitas posibilidades que nos ofrece, Twitter siempre ha sido mi red social favorita. Si contamos que siempre he sido una «friki» de estas cosas y que además soy buena conocedora de todo este tipo de plataformas (básicamente porque tengo abiertos perfiles en casi todas ellas), creo que mi opinión está más que  fundamentada. Y digo esto sin referirme a las aplicaciones profesionales tan variadas y diversas que se pueden experimentar con ella, que son, como ya he dicho antes, infinitas. En esta ocasión hablo más a nivel personal.

Siempre he oído que contar tu vida a través de Twitter si no eres Lady Gaga o Bar Rafaeli es un error. No estoy de acuerdo. Maticemos. Repito que me estoy refiriendo a lo personal (tenedlo presente en todo el artículo). Obviamente si el perfil de Twitter de un profesional de la publicidad, cuya fama o notoriedad se debe precisamente a su profesión, se llenara de referencias personales lo más probable es que la mayoría de sus followers le abandonaran. ¿O no?

Cuando alguien me pide consejo sobre su perfil en Twitter siempre digo lo mismo (a riesgo de que los grandes profesionales del Social Media se me echen encima): una cuenta de Twitter que sólo se dedique a temas profesionales es (y perdonad por la expresión) un soberano coñazo. Y me diréis, ya, pero es que yo sólo sigo a esa persona para aprender sobre la proliferación de la serpiente de cascabel en la Patagonia. Perfecto. Pero los guiños personales le dan a nuestro perfil de Twitter frescura y dinamismo. Y lo que es más importante, le demuestran a nuestros followers que detrás de ese avatar (mal escogido la mayoría de las veces) no hay un robot, si no una PERSONA. Porque señores, no olvidemos que de eso va todo esto. La naturaleza y el objetivo último de las redes sociales es conectar PERSONAS. Personas que un día pueden estar cansadas del trabajo, verse sumergidas en un atasco aburridísimo o empaparse después de un chaparrón inesperado. Y a las personas (nos guste o no) nos da morbo cotillear. Todo esto contado con humor, utilizando hashtags divertidos y en dosis moderadas puede generar lo que según mi punto de vista es un perfil de Twitter ideal.

Como periodista, defiendo a ultranza la libertad de expresión (por supuesto respetando a los demás), y creo que nadie es nadie para decirle a alguien que lo que cuenta en Twitter no le interesa al resto de «nadies». Mil veces me he encontrado con cuentas de Twitter que no superaban los 50 followers pero que interactuaban más con ellos que esas grandes marcas que presumen de tener 200.000. Y volvemos a lo mismo: las redes sociales están para hablar. Mejor: para hablar, escuchar y contestar. Así que si alguien quiere hablar de su vida personal en Twitter, adelante, que lo haga, porque estoy segura de que a sus amigos (y muy posiblemente también a sus enemigos) les interesa muchísimo.

Todo esto, iba a ser una pequeña introducción al verdadero objetivo del post: hablar de cómo en sólo 140 caracteres se pueden decir infinitas cosas. Enlazándolo con lo anterior, Twitter me ha demostrado muchas veces que es un arma de doble filo perfecta en las relaciones de pareja. Lo he dicho muchas veces, las redes sociales han cambiado nuestra forma de relacionarnos, pero creo que Twitter es la que más lo ha hecho de todas. Si me apuráis, creo que Twitter nos hace más inteligentes y más ingeniosos, ya que podemos fabricar verdaderas bombas nucleares con solo 140 caracteres distribuidos bajo una fórmula correcta.

¿Quién no ha enviado nunca una indirecta vía Twitter? ¿Quién no ha enlazado una canción con la única intención de que la otra persona la escuchara? ¿Quién (con la excusa de ser un bohemi@) no ha escrito una cita de algún escritor famoso para que ese alguien vea lo eruditos y cultivados que somos? ¿Quién no ha acortado un enlace para conseguir estadísticas sobre si la persona a la que iba dirigido (y a la que por supuesto no habías mencionado) había pinchado en el enlace (porque obviamente tú sabes qué móvil tiene y sabes con certeza que en ese momento no tenía un ordenador cerca)? (Está bien, probablemente eso solo lo hagamos los obsesos del Social Media y los Community Managers 😉 ) ¿Quién no ha tuiteado una frase que iba directamente dirigida a una persona en concreto sin ni siquiera mencionarla porque sabíamos que solo la otra persona iba a conocer su significado? De hecho hay toda una cultura sobre esa «pseudointeracción» que en la profesión se conocen como subtweets.

Si aplicamos todo esto a la relaciones de pareja: voilà. Las batallas dialécticas encubiertas en Twitter deberían ser objeto de estudio. De hecho creo que me voy a dedicar a ello en mis ratos libres. Cuando llevas tantos años en la red social de los 140 caracteres desarrollas un «instinto» especial para detectar esos tweets. Y son realmente curiosas las cosas que se descubren estando un poco atentos. Observando pacientes los mensajes que recorren la red social a diario.

Pero señores, recuerden que escribir indirectas a golpe de tuit vía  no es hablar. Quizá parezca obvio, pero no lo es tanto. Que no se nos olvide. Aún así, a mí me parece fascinante, así que desde aquí os invito a investigar todas esas posibilidades que Twitter pone al alcance de nuestra mano. A investigar y a experimentar, porque de ese modo sabréis cuán pendientes de vosotros están vuestros followers 😉

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