Hace unos días estaba esperando para entrar a una reunión con un cliente y me vino a la mente cómo ha cambiado mi forma de entender las redes sociales desde que trabajo con ellas. Antes las redes sociales eran el lugar al que iba a divertirme, ahora son ese sitio en el que trabajo y al que no me gusta ir cuando tengo tiempo libre. Es una pena, pero para mí las redes sociales han perdido esa emoción con la que comprobaba cada 3 minutos si tenía alguna nueva actualización. No te puedes hacer una idea del tiempo que hace que no leo con atención el TL de mi cuenta personal de Twitter. Ya sólo hay tiempo para los de los clientes.

Todavía recuerdo mi primera incursión en las redes sociales con Tuenti, allá por 2006 ¡Hace ya 8 años! La verdad es que en ese momento ni siquiera me imaginaba que se iban a convertir en mi forma de vida. Quizá pienses que soy una exagerada por denominarlas mi forma de vida, pero es que lo son. Llámame rara, antisocial o enferma (como una alumna en una ocasión) pero mi vida no sería la misma si hace 8 años no hubiera comenzado a sumergirme en las redes sociales.

Sin embargo, todo tiene su lado oscuro, y es que cuando las redes sociales se convierten en tu trabajo es como que dejas de disfrutarlas de la misma manera. Ese día en el que se me ocurrió escribir este post pensaba: «¿Cómo verán mis amigos mis actualizaciones de Facebook día a día que en la mayoría de las ocasiones tienen que ver con alguno de mis clientes? Está claro que para ellos Facebook es otra cosa, igual que lo era para mí cuando abrí mi cuenta el año que empecé la universidad y no tenía ni idea de cómo utilizarlo.

Piensa por ejemplo en alguien que se dedica a servir copas en la barra de un concierto en un estadio cada fin de semana. Todo el mundo pensará: «¡Qué morro! ¡Ya me gustaría tener a mi ese trabajo!» Vale, no te digo que sea un mal trabajo, pero estoy convencida de que esa persona no disfruta de los conciertos como todos pensamos, como si realmente estuviera allí por ocio. Pues algo parecido me pasa a mí. Cuando hablo con alguien de mi profesión (después de explicar en la mayoría de los casos en qué consiste), todo el mundo dice: «¡Hala! Pero como mola ¿no?» Sí, mola, no te voy a mentir, adoro mi profesión, pero ser Community Manager no es estar todo el día en Facebook ni se utilizan las redes sociales como las utilizaría un usuario normal. Hay objetivos, estrategia, dolores de cabeza, informes, estadísticas, y un largo etc de cosas que casi nadie sabe y que nos hacen ver las redes sociales de una manera muy muy muy distinta a la del resto de los mortales.

Hace ya mucho tiempo que para mí las redes sociales dejaron de ser ocio para convertirse en trabajo.

Dame tu opinión, ¿a ti te pasa lo mismo?

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